Thursday, July 12, 2012

Trocar armas por árboles

En 1948, recién concluida la más cruenta guerra que ha visto la civilización, Costa Rica decidió eliminar el ejército militar como una decisión política que cumpliera dos funciones: la primera, garantizar que nunca se utilizaría la fuerza armada institucional para intervenir en conflictos domésticos ni internacionales; y la segunda, redirigir el tradicional gasto militar a otras necesidades públicas como educación y salud.

El experimento dio resultado y la pequeña nación costarricense se destacó, en su violento entorno regional, como una nación de paz con altos índices de salud y educación de la población.

En 1979, una reforma de ley cambió la forma en la que Costa Rica se relacionaba con sus bosques. En pocos años, se detuvo la deforestación y se introdujo el pago por servicios ambientales para incentivar la conservación y reforestación en el país. 

Treinta años después, Costa Rica ha logrado duplicar su cobertura boscosa, siendo líder global en conservación de ecosistemas, turismo sostenible, clasificación de biodiversidad, pago por servicios ambientales, y esfuerzos por neutralizar sus emisiones de carbono, al tiempo que se triplicó el producto nacional bruto del país apostando por empleos de alto valor agregado y baja huella ecológica como los servicios y la manufactura de tecnología avanzada, sin olvidar la eficiente agricultura de calidad mundial.

Hoy en día, cuando la humanidad se gasta anualmente más de un billón de dólares (en inglés, trillion) en armas y mantenimiento de ejércitos, y en que el cambio climático representa una acumulación de costos sociales, económicos y ambientales presentes y futuros, cuya adaptación requiere, según expertos, unos 100 mil millones de dólares (en inglés 100 billion) anuales, valdría la pena considerar el modelo exitoso de desarrollo sostenible de Costa Rica. El dinero existe. Lo que hace falta es virtud y valentía para tomar las decisiones requeridas. 

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