Saturday, April 28, 2007

Qué es un Tratado de Libre Comercio?

Un Tratado de Libre Comercio es un contrato legal entre dos o más países para reglamentar el intercambio comercial entre ellos. Es un contrato normal, con descripción de las personas (Estados) que lo firman, del objeto del contrato (comercio internacional), de un mecanismo para resolver conflictos futuros que surjan entre las partes respecto al objeto del contrato, y de un mecanismo de denuncia para dar por terminado el contrato.

La importancia de los TLC es que eliminan barreras al comercio internacional de manera que hace más baratos los costos de compra y venta de bienes y servicios en el mercado internacional. En el mundo existen 362 TLCs vigentes o en vías de negociación entre distintos países del mundo, y se espera que para el año 2010 existan más de 400.

Para Costa Rica, un país pequeño y con pocos recursos materiales transformables en materias primas para bienes de consumo, los TLCs han venido a ser la vía del desarrollo en un entorno global donde la competitividad marca la pauta de los países más desarrollados. La competitividad depende de tres elementos: a) educación de la población, lo cual se traduce en mano de obra calificada; b) políticas de gobierno para facilitar la creación y modernización de empresas y su transformación productiva para la exportación; y c) en los beneficios legales con los que cuente el país para vender sus bienes a otros mercados.

Estados Unidos es el mercado más grande del mundo, y es quien compra la mitad de lo que producimos. Por ahora y por algunos años será nuestro principal aliado comercial. Firmar un TLC con Estados Unidos implica legalizar los beneficios comerciales que tenemos en la actualidad, aumentando la seguridad jurídica de nuestro mercado. No firmarlo implicaría perder competitividad ante otros países vecinos que ya legalizaron dichos beneficios.

Thursday, April 19, 2007

El Referéndum

Viene historia viva para el país con esta decisión que nos tocará tomar a todos los ciudadanos para dilucidar, definitivamente, aceptar o rechazar el CAFTA.

El hecho de que el referéndum sea uno, único e igual para todos los ciudadanos inscritos en el padrón electoral, quiere decir que nos une a todos esta oportunidad, esta posibilidad, este raro privilegio de demostrarnos a nosotros mismos y al mundo entero de que hemos sido educados en esta cultura para transformar nuestros conflictos en paz, o sea, de manera empática, creativa y no violenta.

Hay que ser, además, proactivos, respetuosos, incluyentes y humildes, de manera tal que este instrumento democrático no sea solamente la resolución con carácter de "cosa juzgada" sobre el tema, sino que, y más importante que todo, sirva como cursor metálico de la cremallera de nuestro tejido social, que se ha venido rasgando poco a poco a lo largo de dos décadas de oscilantes niveles de gobernabilidad en el país.

O sea, este referéndum es la aguja para suturar heridas que la nación ha sufrido de la nación misma, en estos adolescentes años de autoflagelación por los que transita la Patria.

Vienen mejores días. De eso no hay duda. Ante el cambio siempre habrá reacción, no tanto por el temor de cambiar como por el temor de ser cambiado. Si la incertidumbre del futuro nos produce ansiedad, la posibilidad de que el cambio nos sea oprimido desde afuera es una amenaza difícil de soportar por un pueblo que apenas empieza a saber lo que significa tener soberanía.

Creímos, por más de un siglo, en la independencia como el valor fundamental. Poco a poco nos fuimos dando cuenta de que no queríamos ser independientes, sino, más bien, interdependientes con los demás países del mundo. Sin embargo, ningún grado de integración con otros países, sea en virtud de convenios comerciales o tratados internacionales de otra índole, hará al país perder su soberanía, o sea, la capacidad de darse a sí mismo las leyes que regularán la coexistencia pacífica de sus habitantes.