Wednesday, February 07, 2007

Hacer la Paz

Johan Galtung, padre moderno de los estudios de paz, define paz como la "habilidad de transformar conflictos de manera creativa, empática y no violenta."

La creatividad motiva a las partes a generar opciones para la solución de los problemas. Cuando participamos en un conflicto, nos enfrascamos en nuestra percepción del problema y en la percepción de nuestra contraparte. Eso imposibilita la búsqueda de salidas creativas para el conflicto. Transformar ese paradigma es el primer paso.

La empatía es fundamental para ayudarle al otro a resolver sus problemas. Es lo que hace la madre con el hijo bebé: se esfuerza incansablemente por entender los malestares del niño para intentar ayudarle a resolverlos. Y siempre lo logra. A nosotros, hombres adultos y mujeres que no son madres, nos vendría bien aprender a desarrollar la capacidad de pensar en los demás con la intención generosa de facilitar la transformación de sus conflictos.

Luego, la no violencia es una cuestión de actitud. Cada ser humano tiene la opción de elegir ser o no ser violento. Violencia, según la definición de los Lamas budistas, es cualquier cosa que altere la armonía. Así, un gesto ofensivo o una palabra hostil son manifestaciones violentas. Una amenaza y un insulto también lo son. Ni qué decir de una agresión física, con o sin armas.

Nuestro país se ha creído el paradigma de que somos un país de paz. Sin embargo, carecemos muchas veces de creatividad, de empatía y de no violencia en la resolución de nuestros conflictos. Lo que somos es un país desmilitarizado, y de esto nos sentimos orgullosos todos.

De igual forma, todos somos responsables por que esta bendita desmilitarización que nos distingue de entre la mayoría de pueblos del mundo, se transforme en una cultura de paz donde los conflictos que encontremos en el camino los enfrentemos con creatividad, empatía y no violencia.

La Cadena de Valor de la Paz

En palabras de Johan Galtung, considerado el padre moderno de los Estudios de Paz, paz es "la habilidad de transformar conflictos de manera empática, creativa y no violenta." Esta habilidad, como todas, se compone de conocimiento adquirido por aprendizaje, de práctica continua, y de la experiencia que deja el proceso mismo. De nada sirve predicar si no practicamos. De nada sirve practicar si no aprendemos. Así, de qué sirve ser una democracia centenaria y desmilitarizada si no sabemos cómo usarla como vehículo para la paz. O de qué sirve predicar, como hablar de dar vía al conducir y no darla, de dar la mano y no darla, de dar la paz y no darla.

Esta habilidad de hacer la paz es una cadena de valores. Según Chris Anderson, autor de "La Larga Cola de un Nuevo Modelo de Negocio", libro que explica cómo funciona internet, el mercado más ágil y voluminoso del planeta, "la transparencia construye confianza." En materia comercial, fijar precios justos por bienes y servicios es una obligación inherente a cada usuario para garantizar el funcionamiento sostenible del aparato como un todo. Todos los mercados del mundo funcionan -incluso los ilegales y clandestinos, a pesar de los esfuerzos por erradicarlos.

Matt Ridley, en su obra "El Origen de la Virtud", complementa a Anderson al demostrar que el intercambio comercial genera vínculos que devienen en amistades entre partes, lo cual fomenta la coexistencia pacífica. Por ello, debemos aprender, como civilización, del experimento de paz más ambicioso y exitoso de la historia humana: la Unión Europea. Deberíamos aprovechar, nosotros de cultura democrática y desmilitarizada, que hemos aprendido esta lección sin necesidad de haber pasado por las Guerras del Mundo. Llevamos un siglo de ventaja en ese camino hacia el desarrollo.

Agrega Ridley que la confianza, la que se da entre amigos, fomenta la virtud, ilustrada como solidaridad, cooperación, bien común, o empatía por el otro. En suma, la virtud alimenta la paz.

En esta cadena de valor debemos empezar por los eslabones que podemos desarrollar individualmente: la empatía, o el aprender a ponernos en los zapatos de nuestros adversarios o contrapartes; la creatividad, o la búsqueda de sinergias donde se generen opciones de mutuo beneficio, aunque ello requiera, forzosamente, de tiempo y pensamiento; y actitud no violenta, o guardar las armas y las palabras, hacer silencio y disculparse, como lo hace la gente decente y educada.

En este camino de paz, lo óptimo es ir aprendiendo todos de todos.